De algo que no tenemos duda es que el COVID-19 cambio el mundo en general y el básquetbol no se salvó, el 11 de marzo del 2020 la temporada 2019-20 de la NBA se suspendía hasta nuevo aviso,
La razón de este parón se dio debido a que el pívot de Utah Jazz Rudy Gobert diera positivo, un caso que generó mucho revuelo en redes ya que días antes Gobert bromeo en una entrevista que al finalizarla tocó todos los micrófonos y al día siguiente salió reportado como enfermo con coronavirus.
En primera instancia la liga planeo posponer los encuentros entre los equipos con jugadores enfermos, pero finalmente la temporada se detuvo hasta finales del mes de julio del 2020, cuando las NBA organizó una burbuja en Orlando con el fin de terminar la temporada 2019-20
Fueron muchos los jugadores afectados por el virus, entre ellos Nikola Jokic de Nuggets, Malcolm Brogdon de Pacers, Buddy Hield y Jarabi Parker de Kings, DeAndre Jordan y Spencer Dinwiddie de los Nets y James Harden de Rockets en aquel momento que nunca se confirmó, pero siempre se mantuvo la sospecha que había dado positivo.
Incluso jugadores perdieron familiares debido a la situación tal como el caso de Karl-Anthony Towns que perdió a su madre y a otros seis familiares.
El costo de la implementación de la burbuja fue de 190 millones de dólares y algo positivo que se debe de rescatar de ese mecanismo fue que siempre dio resultados buenos en cuanto a la negativa de contagios entre las personas dentro de la burbuja.
Al final de la temporada la NBA logró recuperar ingresos por US$1,500 millones de dólares y actualmente se juega “como antes” en sus respectivas canchas, pero de una manera distinta, sin público y sin gimnasios a reventar solo son algunos los equipos que admiten una pequeña cantidad de aficionados, pero de momento nada es igual.